Aunque muchas veces se los confunda, el vinagre de vino y el aceto balsámico tienen características muy distintas.
Vinagre de vino
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Se elabora a partir de la fermentación del vino.
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Tiene un perfil más ácido, fresco y directo, ideal para realzar ensaladas, encurtidos o escabeches.
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Aporta un toque vibrante que resalta sabores sin cubrirlos.
Aceto balsámico
- Se obtiene a partir del mosto cocido de uvas y puede incluir variedades como Trebbiano, Uniblanc, Malbec o Barbera d’Asti.
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Su sabor es más dulce, complejo y aterciopelado, con notas que combinan muy bien con quesos, carnes, frutas o postres.
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Es un condimento gourmet que equilibra lo ácido con lo dulce.
El vinagre de vino destaca por su frescura y acidez marcada, mientras que el aceto balsámico ofrece un perfil más dulce, suave y sofisticado.
Trabajamos ambas propuestas dentro de nuestra línea Bò Delicatessen, para que tengas en tu mesa el condimento perfecto, según cada plato y ocasión.
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